TECNOLOGÍA Y GÉNERO
Los estudios de CTS (Ciéncia,
Tecnología y Sociedad) tienen como claro objetivo analizar la relación entre el
desarrollo de la ciencia y la tecnología con los problemas de nuestra sociedad.
La investigación en CTS concluye que el desarrollo de la ciencia y la
tecnología no se puede entender al margen de condicionantes de tipo político,
social, económico o cultural.
En este sentido, cabe destacar que el valor
de la ciencia y la tecnología para la educación de los ciudadanos es algo que
hoy no se discute. Tanto es así, que en la actualidad la educación en valores
no es menos importante para el desarrollo del individuo que la adquisición de
saberes y destrezas. Ciencia, tecnología y valores son, por tanto, elementos
básicos de la propia definición de educación en nuestros tiempos.
En una nota publicada en el diario Clarín, Daniel Filmus afirma: «una educación que forme ciudadanos
participativos y solidarios, que utilicen críticamente las nuevas tecnologías,
ayudará a la construcción de una sociedad más justa, humana y sin exclusiones».
La tecnología es conocimiento aplicado
socialmente y los valores y las creencias de esa sociedad son los que influyen
en los efectos de esa tecnología (Westby & Atencio, 2002).
De acuerdo a Shanker (1998),
la ciencia y la tecnología son la base del poder, la clave de la prosperidad,
simultáneamente son un instrumento culturalmente poderoso que disuelve no solo
la resistencia física sino las actitudes de vida. La sociedad se transforma y
se adapta a los cambios en la tecnología.
Y este componente social de la ciencia i
tecnología es el que desarrollaron Trevor Pinch i Wiebe Bijker con el modelo SCOT (Social
Construction of Technology). El modelo SCOT representa la
aproximación constructivista social en los actuales estudios sociales de la
tecnología.
Un punto esencial en el planteamiento del
modelo SCOT es la noción de que los diferentes grupos sociales relevantes (GSR)
asociados con el desarrollo de un artefacto tecnológico, compartían un significado unánime
del artefacto técnico y pretendían hacer prevalecer su concepción. El otro
punto esencial es el de la flexibilidad interpretativa, el proceso de cierre
mediante el cual desaparece la flexibilidad de un artefacto.
En este sentido, cabe la posibilidad que
también exista una visión influida por el género, como se darían en casos estudiados como el de la
bicicleta o el de la lavadora.
En cuanto al caso de la lavadora, aunque «la
concepción y el desarrollo de la tecnología aparecen teóricamente de forma
asexuada o al margen de las relaciones sociales de sexo», su concepción tenía un claro destinatario, y eran las
mujeres. Cabe decir, sin embargo, que la lavadora, lejos de ser un artefacto de
emancipación y liberador se convirtió en una subordinación para ellas, muy
lejos de la liberación que representaba la bicicleta para Trevor Pinch y Wiebe Bijker.
En este estudio se destaca la total ausencia
de mujeres en el proceso de diseño y en los puestos de responsabilidad técnica.
Sin embargo, las investigadoras concluyeron que las operarias debían ser
mujeres porque las usuarias potenciales de estos aparatos eran mujeres, en
tanto que eran las amas de casa. El problema radica en que la mujer no dispone
de los conocimientos técnicos adecuados, por lo que los hombres siguen
manteniendo el control técnico del objeto.
La relación entre la altura de la mujer y el
tamaño de los mandos de los aparatos es algo a tener en cuenta, ya que deja
entrever que éstos han sido concebidos para hombres.
Otro hecho destacable es la forma de carga de
la lavadora. La mayor parte de las máquinas en España son de apertura frontal ya que las de carga
superior suponen un montaje más costoso. Además, Alemán relaciona la carga
frontal con el hecho de que la mujer ya está acostumbrada a una posición
curvada dada su condición de ama de casa.
Destacar también la utilización eficaz y
eficiente de la lavadora por parte de la mujer, que ligada a su cultura
doméstica, hace que la mujer siga siendo la responsable de organizar las
coladas a la unidad familiar. En este sentido «el nuevo electrodoméstico
aparece, por tanto, como un elemento de conservadurismo social y no como un
factor de emancipación o de transformación progresiva de las relaciones
sociales de sexo».
Comentarios
Publicar un comentario